2009/11/16



Cierra tus ojos por un momento e imagina un árbol en tu mente.

Cada detalle - la fruta creciendo del árbol, el tronco, las ramas, los niños jugando debajo de él - es una expresión de ti, porque tú eres el único creador de este árbol.

Todo está unido por un común denominador: Tú.

Ahora abre tus ojos. ¿Qué ocurrió con el árbol? Ya no está. El árbol existe siempre y cuando tú quieras que exista. Tú no eres sólo su creador, eres también quien lo mantiene. Sin ti, no existe ningún árbol.

El Mantenedor

Esto nos ayuda a entender la relación de Dios con Su creación. Dios es el Creador único del universo, pero a diferencia de un carpintero que acaba de hacer una mesa, Dios no crea el mundo y lo deja. El acto Divino de la creación es completamente diferente ya que Dios es infinito. Infinidad significa que no hay fronteras. Por lo tanto nada puede existir independientemente de Dios, ya que cualquier cosa independiente trazaría una línea divisoria entre el objeto y Dios, haciendo de Dios algo finito.

Por definición, Dios está continuamente creando y manteniendo el universo. Así como la luz brillante necesita constantemente de la electricidad, así también nada puede existir sin Su deseo constante de generarlo. Corta la corriente y la luz inmediatamente se apagará.

Cada molécula en el universo surge de una fuente simple, persuasiva e infinita. Así como cada pincelada de Picasso contiene su firma en ella, todas las cosas en la creación son una expresión de una dimensión más elevada e infinita.

El Autor de la Existencia

La novela de Kurt Vonnegut denominada Breakfast of Champions (Desayuno de Campeones) nos enseña el gran poder de un creador y mantenedor. En una escena, el personaje principal, Kilgor Trout, está tomando un trago en un bar, pensando en sus asuntos. De repente, siente que una increíble presencia está por entrar al bar y empieza a sudar.

¿Quién entra?

Kurt Vonnegut. Cuando el autor del libro entra a la novela para visitar a su personaje, la percepción de Kilgor acerca del mundo cambia para siempre. Se da cuenta de que él no existe de manera independiente. Por el contrario, cada momento de su vida requiere de un nuevo movimiento de la pluma del autor. Sin el autor, el personaje deja de existir.

Kilgor se da cuenta de que existe otra dimensión más allá de la suya. Se da cuenta de que su dimensión - la realidad de Kurt Vonnegut - es más real que el mundo de la novela.

Imagínate si Kilgor pudiera salirse de las páginas del libro y tocar a su autor. Si se pudiera mover más allá de su dimensión y entrar a una dimensión que es más real que la suya.

¡Sería realmente una experiencia increíble, literalmente trascendental!

Él reconocería que su universo entero es una expresión de Kurt Vonnegut. En ese momento, Kilgor removería el velo de su universo ficticio y revelaría la raíz de toda la realidad.

Sin un nuevo acto de creación en cada instante, nada podría existir.

La metáfora es clara. Todo nuestro mundo finito es una expresión de la unicidad de Dios. Sin un nuevo acto de creación en cada instante, nada podría existir. La única existencia verdadera y real es el infinito.

Cuando removemos la capa externa de este mundo y observamos por un instante la dimensión elevada e infinita, obtenemos un pleno momento de trascendencia. Nos elevamos por encima de nuestras limitaciones finitas y tocamos la eternidad. La perfección misma.

Espiritualidad: Una visión del infinito

Hay momentos en la vida de todos nosotros en los cuales nos encontramos descubriendo el infinito, viendo las huellas de Dios en el universo. Inclusive las experiencias espirituales más comunes pueden ser un encuentro con un aspecto de la unicidad de Dios que interactúa con el mundo finito.

Cada momento posee el potencial de ir más allá de la dimensión aparente y conectarse con un depósito de espiritualidad - la fuente infinita de la existencia. Sólo fíjate en tus experiencias espirituales y observa el elemento subyacente que genera su poder.

A todos nos impresiona la armonía silenciosa del atardecer. Temblamos con el poder absoluto de las cataratas del Niágara. Nos asombramos al ver un tornado arrancando los árboles, o una tormenta eléctrica en el cielo. Sentimos la grandeza de la eternidad cuando miramos la interminable expansión de estrellas en la noche, o al ver la grandiosa majestuosidad del mar.

Cuando mecemos a un bebé en nuestros brazos, nos encontramos con la exquisita maravilla de la creación - el milagro de la existencia. Trascendemos el tiempo al tocar las piedras del Muro Occidental. Y sentimos la unidad entre la gente cuando se conectan profundamente unos con otros, mientras dejamos nuestras limitaciones de lado.

Aspectos de Dios

Nuestros momentos de espiritualidad son encuentros con:

  • La Unidad
  • La Perfección
  • La Eternidad
  • El Poder absoluto
  • La Unicidad
  • La Verdad

Todos estos son aspectos de Dios - la Fuente infinita de la creación. Cuando nos elevamos de nuestra realidad finita y nos conectamos con una fuente más elevada, experimentamos nuestros momentos más grandes de placer espiritual. Estos momentos son poderosos porque nos conectamos con aspectos de la dimensión infinita dentro de este mundo y trascendemos.

Estos increíbles momentos nos elevan de la trivialidad de este mundo. Los dolores de la vida dejan de importar cuando vivimos estos momentos. Estamos conectados con algo más grande y más placentero que nos hace poner todo en perspectiva y nos provoca un sentimiento de humildad.

Los niños caminan en un constante estado de asombro. Todo es fresco. Una caminata alrededor de la cuadra puede ser como ir a un Safari. "¡Mira! ¡Un pájaro! ¡Y esas hormigas!".

¿Nos hemos acostumbrado a las maravillas persuasivas del mundo de Dios?

Para incrementar la dosis de conciencia y felicidad en la vida diaria, transforma lo mundano en algo más espiritual.

Abre tus ojos y mira las huellas de Dios.




2009/06/10

Toda una vida en Venezuela.

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Nací en caracas, Venezuela, en el año 1965.

Mis padres, Alberto y Alegría, oriundos de Melilla (provincia española en Marruecos), decidieron emigrar en busca de las "américas" de la época, esperanzados con un mejor futuro para la familia que estaban por formar y alentados por la floreciente e incipiente comunidad que se forjaba en aquel entonces en Caracas.

Mi vida transcurrió tranquila y apacible en medio de un ambiente de respeto y admiración hacia la judeidad de la época, donde ya contábamos con un colegio comunitario de corte pluralista y tradicionalista, que no ponía mucho énfasis en la formación religiosa, pero que de alguna manera contribuía a la continuidad dentro del núcleo judío.

No recuerdo haber vivido ningún episodio desagradable como judía, pues en aquel entonces el gobierno venezolano y la población simpatizaban con la naciente y creciente comunidad judía.

Todo transcurría apaciblemente, pues en realidad vivíamos un judaísmo "cómodo".

Debo reconocer que nunca me preocupé demasiado por mi identidad, pues todo estaba placidamente preestablecido; Mi colegio: Rambam, mi club: Hebraica y mi sinagoga: la de Maripérez (la misma que fue vilmente profanada hace poco tiempo atrás).

Todo transcurría apaciblemente, pues en realidad vivíamos un judaísmo "cómodo", el cual compartíamos amablemente con un pueblo hospitalario que nos recibió con las puertas abiertas, haciéndonos sentir total y completamente parte de ellos.

Los años pasaron sin demasiadas preocupaciones ni políticas, ni económicas. Terminé mi bachillerato en el colegio Rambam y sin problemas ingresé a una de las universidades del país para comenzar con mis estudios universitarios, los cuales no llegué a concluir por motivos personales. En esa época conocí al que hoy es mi marido, un muchacho que también era inmigrante de Marruecos, el cual con el tiempo se convirtió en un prominente hombre de negocios, pues esta tierra de gracia, le dio la oportunidad a él y a muchos como él, de progresar con éxito en el área laboral, pudiendo prever un mejor futuro para su familia.

Tuvimos y criamos a nuestros cuatro hijos: Moshé, Joyce, Yael y Aarón sin mayores contratiempos gracias a Dios, dentro de un ambiente de Torá, el cual se empezó a formar unos años atrás, primero con la sección Yavne del colegio Moral y Luces, y luego con la apertura del Sinai, que es donde aún sigo luchando por la educación genuinamente judía de mis hijos.

El tiempo transcurrió y hoy ya gradué a mi hijo mayor en Ieshivá University en Nueva York y mi hija mayor se acaba de casar, comenzando (por ahora) su vida aquí en Caracas.

El quehacer comunitario llenó hasta ahora mi vida con múltiples actividades pues puedo decir con orgullo total que somos una de las más bellas y mejor organizadas comunidades del mundo entero, donde el jesed y la ayuda hacia el prójimo destacan prominentemente.

La comunidad está formada principalmente por dos grandes congregaciones: la ashkenazí y la sefardí, compartimos colegio, club deportivo y social y asistencia al necesitado prioritariamente.

En lo personal, pertenezco a una institución de ayuda social llamada Keren Ezra, la cual se ocupa de llevar alimento a más de trescientas familias necesitadas económicamente dentro de nuestra comunidad.

También contamos con innumerables sinagogas, centros de estudio, carnicerías y restaurantes casher, así como mikvaot y cementerios.

Toda la compleja infraestructura comunitaria que fue forjada a través de más de 60 años de esfuerzo, hoy en día pende de un hilo.

Sin embargo, toda esta compleja infraestructura comunitaria que fue forjada a través de más de 60 años de esfuerzo, hoy en día pende de un hilo. El número de integrantes de nuestra hermosa comunidad disminuye considerablemente (éramos aproximadamente 15.000 y hoy en día prácticamente no llegamos a ser mas de 10.000, o quizás menos). Las familias se van de Venezuela ante la incertidumbre de un futuro no muy halagador en manos del "Hamán" de esta época.

Y los que aún estamos aquí en este país, donde hace algunos años vivíamos tranquilos y seguros, ahora ya tenemos dudas, pues los problemas y el futuro incierto de nuestra comunidad nos agobian, nos hacen dudar y nos preocupan en demasía. Casi todos tenemos aquí a nuestras familias, nuestros amigos, nuestro sustento y sobre todo nuestra misión, una misión que muchas veces tenemos miedo de realizar por las circunstancias que nos rodean.

Además de todo esto, nos asfixia la tremenda inseguridad que reina en las calles, la cual nos afecta directamente cada vez más, producto de las relaciones con el presidente de Irán sustentadas por este gobierno y su marcado antisemitismo cuya prueba fehaciente fue la ruptura de relaciones diplomáticas con el estado de Israel y sus nefastas consecuencias para nosotros.

La situación actual es definitivamente una prueba difícil y un trago muy amargo para nuestra comunidad.

La situación actual es definitivamente una prueba difícil y un trago muy amargo para nuestra comunidad. Por otra parte, el número de familias necesitadas aumenta día a día y los ingresos para ayudar a estas familias se reducen.

Para finales de este año escolar se espera que más de 50 familias abandonen el país, cifra que nos preocupa mucho ya que estas familias son un gran apoyo económico para nuestra comunidad. Israel por su parte ha establecido ventajas especiales para quienes hacen Aliá desde Venezuela, y así nuestros días van pasando llenos de dudas y de preocupaciones por toda esta triste situación que parece no tener fin, por lo menos no por ahora.

Sin embargo queda nuestra fe, esa emuná inquebrantable que nace de lo más profundo del alma y que nos ayuda a cumplir nuestra misión dentro de esta kehilá. Seguiremos luchando por ayudar a esta, mi comunidad, que tanto nos dio en años pasados, años felices, llenos de logros y éxitos en placida convivencia que espero alguna vez vuelvan a repetirse.

Tefilá, maasim tovim, mitzvot y estudio de Torá, mientras hayan estas cosas en Venezuela seguiremos esperando tiempos mejores, seguiremos esperando la llegada del Mashiaj para que ponga fin al exilio y nos lleve a todos directo a Israel, amén.

2009/04/19

Recuerda tu Patrimonio.

Yo nací en Berettyoufalu, Hungría, en una familia de dinastía rabínica. El bisabuelo de mi padre, el Rabino Shmuel Frankel, era considerado uno de los rabinos más importantes de Hungría en el siglo 19. Mi padre era el rabino en una aldea llamada Zsaka. .

Cuando mis hermanos y yo crecimos un poco, nuestra familia se mudó a una ciudad cercana, Debrecen, que tenía mejores escuelas.

En 1941, me casé con Shimon Friedman, un descendiente de una familia prominente. Él fue reclutado para el ejército húngaro inmediatamente después de nuestra boda, en el medio de la celebración de nuestro Sheva Brajot. Cuando le llegó la noticia del reclutamiento, yo le rogué que se escondiera. Yo estaba dispuesta a esconderme con él en un maizal, pero él estaba asustado y se rehusó a hacerlo. Se lo llevaron a un campo de trabajos forzados en Ucrania.

Yo recibí pocas cartas de él, pero percibía que las cartas estaban escritas bajo la presión y estricta censura de sus captores. Igualmente, era un signo de vida y un rayo de esperanza de que algún día volvería. Cuando pasaban días y semanas sin recibir una carta, yo estaba llena de preocupación y desesperación. Luego, de pronto, una carta llegaba, situándome nuevamente dentro del ciclo de fluctuación entre esperanza y desesperación.

Al final de 1942, las cartas frenaron completamente. Yo estaba absolutamente devastada. Shimon y yo habíamos estado juntos como una pareja casada por unos pocos días, mientras yo todavía era una adolescente. Y a medida que los años pasaban, yo me volvía loca, sin prueba de si él estaba vivo o no.

Mi padre me despertó en la mañana temprano y me dijo: "Esther, tienes que esconderte".

En la mañana del 16 de abril de 1944, mi padre me despertó en la mañana temprano, y con una voz atragantada por la emoción, dijo: "Esther, siempre has confiado en mí. Es un momento oscuro para el pueblo judío. Tienes que esconderte. Toma el próximo tren a Szbadka, una pequeña ciudad en Hungría, y trata de establecerte en un departamento como una no judía. Luego enviaremos a tu hermano Yidel, y posiblemente a algunos otros miembros de la familia. Por favor cuida de Yidel para que al menos dos miembros de nuestra familia sobrevivan. Y principalmente, recuerda que eres judía. ¡Recuerda tu patrimonio! Cuida todas las mitzvot lo mejor que puedas dadas las circunstancias".

Los dos lloramos mientras yo dejaba la casa en las horas anteriores al amanecer para tomar el tren a Szabadka. Sabíamos que esa podía ser la última vez que nos veíamos. Desafortunadamente, así fue.

En el tren, traté de mantener la compostura y contener las lágrimas. Era difícil para mí, siendo una mujer joven viajando sola, hacia una ciudad desconocida, sin contactos ni destino real. Mi padre me había dado dinero que me podía sustentar por un tiempo, pero no por mucho.

Cuando llegué a Szabadka, me registré en un hotel por la noche. Al día siguiente, fui a buscar trabajo y departamento. Yo era muy ágil con las manos, y pude encontrar trabajo entrelazando pelo de conejos. También pude conseguir un cuarto para vivir.

Reunión de Hermanos

Pasaron meses. Un día vi una cara familiar en la calle. Pasamos uno al lado del otro y después nos dimos vuelta. ¡Era mi hermano Yidel! Era difícil reconocerlo con su inusual sombrero del ejército. Él me contó acerca de sus experiencias difíciles, como haberse escondido en un árbol por dos días sin comida. En Szabadka, había sobrevivido utilizando un documento de identidad no judía que había encontrado y que había sido guardado por mi padre para "momentos difíciles". Mi madre había sacado a Yidel del gueto, a través de un agujero que ella cavó bajo la reja. Me dijo la mala noticia de que mi padre había sido arrestado y enviado a un campo de trabajos forzados.

(Más tarde, mi madre intentó utilizar el mismo plan de escape con mi hermano menor Simjá, que en ese momento tenía 14 años. Sin embargo, fue capturado, golpeado, y devuelto al gueto).

Nos dividimos, para que si uno de los dos era atrapado, el otro sobreviviera.

Después de darle a Yidel algo de comida, y dejarlo dormir en mi departamento, fuimos a buscar un cuarto para él. Mi padre nos había instruido hacer esto, para que si uno de los dos era atrapado, el otro tuviera posibilidades de sobrevivir.

Con providencia Divina, mi jefe en el trabajo me preguntó si conocía a alguien que pudiera ayudar con el trabajo de entrelazado porque uno de los dos trabajadores se había enfermado. Sugerí inmediatamente a Yidel. Además del ingreso adicional, era importante que no fuera visto vagando sin trabajo. Yidel no tenía papeles para trabajar, por lo que fui a la policía para conseguirle los documentos apropiados. Era más seguro para una mujer estar en las calles, porque los hombres judíos a menudo eran detenidos y eran examinados por la "señal física" de ser judío.

Durante este período, Yidel no tenía Talit ni Tefilin, pero se escondía en un armario para rezar llorando. Él era un joven adolescente, con una madurez muy grande en relación a su edad. Él se preocupaba por sus padres y por sus hermanos, y nunca dejaba de rezar por ellos.

Tarde en las noches mientras estaba acostada despierta, débil y fatigada por mi estilo de vida clandestino, a veces escuchaba los trenes con cargamento humano acelerando en las vías cercanas. Hasta podía oír los llantos angustiados de niños y adultos, atiborrados en los coches de carga, casi sin aire ni agua. Ríos de lágrimas fluían en esos trenes, y en mi pequeño cuarto en Szabadke, yo me unía a sus llantos y plegarias.

Luchando por Sobrevivir

Debido a que Yidel estaba siempre rezando y estudiando Torá de memoria, y nunca socializaba, su casero sospechó que era judío. Un día, cuando Yidel volvió del trabajo, su casero le preguntó por sorpresa: "¿Qué estás haciendo aquí todavía? La policía te está buscando". Nos dimos cuenta de que el casero era un informante, y decidimos dejar Szabadka inmediatamente.

En el medio de la noche, huimos de la ciudad, y nos escondimos en un bosque lejano. Las palabras de despedida de mi padre sonaban fuerte en mis oídos: "Cuida de Yidel, para que al menos dos miembros de la familia puedan sobrevivir".

Estábamos asustadísimos en el bosque, podían atraparnos y enviarnos a nuestra muerte. Nos sentimos como animales siendo cazados, luchando por sobrevivir. Rezamos y lloramos hasta que vimos la primera luz del día. Caminamos hacia otra ciudad, y tomamos trenes de manera indirecta para llegar hasta nuestro destino: Budapest. Teníamos entendido por los reportes de la radio y los periódicos que el "malvado decreto" no incluía, al menos por el momento, a los judíos de Budapest.

Cuando llegamos a Budapest, fuimos a la casa de unos conocidos de la familia, el señor y la señora Mandel. Sin decir una palabra, nos alimentaron y nos dieron camas en donde dormir. Cuando nos despertamos, fuimos a buscar cuartos para alquilar en la sección no judía de la ciudad. Encontramos cuartos, y nos asentamos.

Salvando a la Familia Frank

Yidel era muy atrevido y a menudo trepaba las paredes del gueto judío para proveer comida a familias necesitadas. Esto involucraba arriesgar su vida.

Un día se anuncio un decreto en el gueto, que todos los judíos físicamente sanos entre las edades de 18 y 40 debían reportarse para "reubicación" (Esto típicamente significaba trabajos forzados o cámara de gas). Cuando Yidel escuchó esto, se trepó hacia el gueto y fue a hablar con Edith Frank, cuya familia habíamos conocido desde antes de la guerra. Ella le dijo que estaban planeando cooperar y ser deportados. Yidel estaba horrorizado: "¡No se están reportando para deportación! Esto es una sentencia de muerte. Hoy, yo vendré a la medianoche y los ayudaré a escapar".

Edith estaba plagada de dudas: "Aun si podemos superar los obstáculos físicos del escape, ¿en dónde encontraremos refugio?". Pero igual el deseo de vivir tomó su decisión: "¡No iremos como ovejas a la matanza, al menos trataremos de escapar!".

Yidel sobornó al guardia con algo de whisky, y todos treparon la reja.

Llegó la noche, se hizo oscuro y Yidel mantuvo su promesa y llegó. Este no sería un plan de escape fácil, había 17 miembros en la familia Frank, adultos, niños y bebés también. Yidel sobornó al guardia con algo de whisky. La familia Frank se arrancó sus estrellas amarillas, y tomaron sus documentos falsos que habían preparado.

La parte difícil era que todos tenían que trepar la puerta y saltar de una gran altura, sin hacer ningún ruido. Yidel tomó al bebé en sus brazos y trepó la puerta. Mientras trepaba, el guardia borracho comenzó a gritar: "¿Quién está allí? Yidel se quedó congelado en su lugar, hasta que el guardia eventualmente se calmó y volvió adentro. El milagro real fue que el bebé no hizo ningún sonido.

Yidel sacó a la familia Frank a cambio de whisky y los trajo a mi pequeño cuarto rentado. Como yo estaba disfrazada como no judía, y mi casera alemana no tenía idea de que yo era judía, esto era un riesgo tremendo para mi vida. Pero mi casera había salido por la noche para visitar parientes. A excepción de esa noche crucial, ella raramente dejaba su departamento para pasar la noche en otro lugar.

La familia Frank, los 17, se las arreglaron para entrar en mi pequeño cuarto, con gente durmiendo arriba y debajo de la mesa y de la cama. Era muy aterrador. Estábamos preocupados principalmente de que el bebé no alertara a los vecinos con su llanto.

A la mañana siguiente, la familia se dividió y fuimos a buscar un departamento. Pero a pesar de todo el cuidado que tuvimos para ocultar su presencia, mi casera llegó a casa y encontró un par de flecos de tzitzit olvidados por uno de los niños. Ella me confrontó en un tono acusador: "¿Qué es esto?".

Durante esos tiempos desafiantes y peligrosos, yo aprendí a responder de manera rápida y clara, y sin emoción ni temor. "Nunca he visto eso", dije. "¿Para qué se usa?". Ella estaba convencida de que no tenía nada que ver conmigo.

Mi casera era una antisemita despiadada. Ella maldecía y degradaba constantemente al pueblo judío. Yo tenía que escuchar todo eso sin responder. Hasta se jactaba de las fiestas que brindaba para soldados alemanes en un restaurante local. Todos los domingos, yo desaparecía de la casa, simulando estar en la iglesia. Ella hacía mi vida miserable, controlando cada uno de mis movimientos. Pero ella estaba convencida de que yo no era judía.

(Después de que terminó la guerra, yo me preocupé de visitarla. Le dije que era judía, y cuanto despreciaba su comportamiento desdeñable. Cuando ella escuchó esto, casi se desmayó, pero no dijo ni una palabra).

Una Casa Segura

Después de un tiempo, cuando empezó a resultarme muy difícil escuchar todos los comentarios antisemitas de mi casera, me mudé a un edificio que se utilizaba como un hogar seguro para judíos. Era una fábrica de vidrio que le pertenecía a un judío adinerado, Arthur Weiss, quien sacrificó su vida para establecer este hogar seguro. El señor Weiss ofreció un gran soborno, y su propia vida, a cambio de los miles de judíos que ayudó a salvar. Él fue capturado por la SS, y desafortunadamente nunca volvió. Bendita sea su memoria.

Algunos activistas pudieron obtener protección diplomática suiza para el edificio y sus ocupantes. La comida era distribuida con mucha moderación. La higiene era atroz. Todos estaban llenos de piojos. Había dos baños provisorios. Y aun así, judíos de todos lados estaban constantemente implorando para entrar a este hogar seguro. Cuando las condiciones se tornaron insoportables, el edificio contiguo también fue rentado.

Nosotros nos quedamos en la "casa de vidrio segura" hasta la liberación de Budapest por los rusos en enero de 1945.

Después de la guerra, Yidel y yo decidimos ir a casa a Debrecen, para ver si otros miembros de la familia habían sobrevivido. No teníamos dinero para viajar. Yidel nos consiguió pasajes en un tren ofreciéndose para ayudar a poner carbón en la máquina con una pala.

Cuando llegamos a casa, nos dimos cuenta de la magnitud de la tragedia. De nuestra familia, no había otros sobrevivientes. Nos enteramos que mi madre y hermanos habían sido transportados a Auschwitz, en donde todos fueron asesinados.

Yidel y yo estábamos solos en el mundo. Formamos un hogar allí, y nos ganamos la vida comprando y vendiendo joyería.

Durante todos esos años, nunca supe cuál había sido el destino de mi marido.

Pasaron unos meses y mi primo Mendel Waldman vino de visita, en busca de parientes. Salimos por un corto tiempo, y decidimos casarnos. Pero, para casarnos (de acuerdo a la ley judía), debíamos tener alguna evidencia de que nuestras parejas anteriores habían muerto. Habían pasado más de dos años desde la última información que había recibido de mi marido Shimon. Fue en ese momento que un testigo reveló que en 1943 él había sido quemado vivo en un granero. Durante todos esos años, nunca supe su destino. Ahora, en base a esta información, yo podía volver a casarme.

Después de mi casamiento con Mendel, nos mudamos a Francia, en donde nació nuestro primer hijo. Unos pocos meses después recibimos finalmente nuestras visas para ingresar a los Estados Unidos.

Gracias a Dios, Mendel y yo pudimos reconstruir nuestras vidas, y tenemos una hermosa familia con hijos, nietos y bisnietos, en la que todos siguen los pasos de nuestros padres, con exactamente el mismo espíritu de las palabras de despedida de mi padre: "¡Recuerda tu patrimonio!".

Después de la guerra, la familia Frank se mudó a Israel y a Nueva York. Muchos de ellos aún están vivos. Los que están en Nueva York se mantuvieron en contacto conmigo, y a menudo nos encontramos en el vecindario y nos reunimos en celebraciones familiares.

El año pasado, cuando visité Israel, tuve una reunión (después de 63 años) con algunos de los miembros más jóvenes de la familia Frank. Juntos recapitulamos los eventos de esa crucial y fatídica estadía en mi departamento. Ellos me dijeron como estarían eternamente agradecidos por haber salvado sus vidas.

Mi hermano, el rabino Yidel Frankel, tuvo una vida productiva continuando su camino de auto-sacrificio para salvar a otros. Por muchos años, fue la mano derecha del Rebe de Klausenburger. Yidel también construyó el shul Imrei-Sefer en el barrio de Har Nof en Jerusalem, y estableció varias instituciones de estudio de Torá. Él falleció durante Januca en 2005, bendita sea su memoria.

2009/03/25

LAS FALACIAS DEL ATEISMO

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En el eterno debate entre ateos y religiosos referido a la existencia de D's o a la necesidad de la religión organizada, los primeros suelen adoptar una postura crítica sustentada en la, digamos, ofensiva del cuestionamiento, que automáticamente pone al hombre de fe a la defensiva.

El ateo se ubica en un pedestal superior desde el cual exige respuestas a sus muchas preguntas incisivas, acorralando al creyente con un torrente de interrogantes para los cuales, sencillamente, no hay respuestas simples. El planteo ateo tradicional, sin embargo, adolece de serias incoherencias, y exponerlas adecuadamente facilitaría un abordaje menos apasionado a propósito de temas tan esenciales como complejos.

El ateo suele afirmar que la divinidad es un misterio, y que, en consecuencia, toda afirmación certera a propósito de la existencia de D's es poco menos que dogmática, si no directamente arrogante. Muy habitualmente, postula que D's ha sido una creación del hombre a partir de una necesidad muy interna de encontrar cierta explicación al desorden histórico. Es decir, la divinidad como invento humano, como ficción sin sustento racional.

Pero esto en sí mismo constituye una afirmación –la afirmación de que D's es un cuento–, y eso de misterioso no tiene nada. Si la divinidad es un misterio, tal misterio debería serlo para ambos lados. Si es dogmático afirmar la existencia de D's, no lo debería ser menos afirmar su inexistencia. Si recae sobre el creyente el peso de explicar la persistencia del mal en la tierra, sobre el ateo recae el de explicar la persistencia del bien. En palabras de Milton Steinberg:

Si el creyente tiene sus problemas con el mal, el ateo tiene que bregar con dificultades más graves. La realidad también lo golpea, dejándole frustrado no por una sino por muchas, desde la existencia de la ley natural, pasando por la astucia del insecto, hasta el cerebro del genio y el corazón del profeta.
El ateo muy habitualmente esgrime las barbaridades perpetradas por el hombre en nombre de la religión como ejemplo de la naturaleza dañina de los sistemas religiosos. La Inquisición católica del Medioevo y la yihad islámica, ambas llevadas a cabo bajo el signo de D's, indudablemente han causado estragos en la humanidad. La explicación del creyente consiste en recordar que no fue la religión la responsable, sino lo que en su nombre se ha hecho. Irwin Cotler es un exponente de esta posición:
No ha sido la religión la que nos ha traicionado, sino que hemos sido nosotros los que hemos traicionado a la religión.
Pero antes de llegar allí existe, en materia de argumentación, una inconsistencia que merece señalarse. Es innegable que ha habido inmoralidad en las religiones, y que ha habido individuos religiosos profundamente inmorales. Pero es igualmente innegable que muchas de las ideologías seculares han fracasado éticamente al remover todo vestigio de moralidad religiosa de sus proclamas meta-históricas. Ideologías ateas y anti-religiosas como los comunismos chino y soviético o el nazismo alemán provocaron la muerte de más de cien millones de personas el pasado siglo. Si las guerras de religión del pasado sirven, según el ateo, de evidencia del componente pernicioso de los sistemas religiosos, entonces ¿qué deberíamos concluir a propósito de la naturaleza de los sistemas seculares, a la luz de las masacres que han propiciado? Los rabinos Dennis Prager y Joseph Telushkin han dicho:
Todos los horrores perpetrados en nombre de los ideales constituyen un testimonio trágico pero irrefutable del hecho de que el idealismo no basta y de que es indispensable, para alcanzar la paz, la justicia y la fraternidad universal, un sistema ético que obligue a cada individuo.
El sistema ético al que aluden estos autores es el aporte de la religión, específicamente la judía, que introdujo hace 3.321 años, por medio de los Diez Mandamientos, la obligatoriedad de la conducta ética.

Los más fundamentales valores liberales occidentales que muchos ateos hoy defienden con encono están arraigados en esos mandamientos. Que esto es un aporte de la religión, y no de las ideologías seculares, es un principio elemental con el que todo debate acerca de estos temas debería arrancar; o mejor aún quizás: terminar.


Julio Schvindlerman

El próximo examen para Washington

http://www.uh.edu/%7Edsocs3/images/American_Flag_2.jpg



Ha llegado el momento de la política exterior para la administración estadounidense. Washington ha decidido abrir el diálogo con países y organizaciones consideradas terroristas, Siria, Irán, Hamas, Hezbolá y otras estructuras yihadistas menores. Si la política exterior norteamericana se retrotrae a lo conocido en la era del ex presidente Jimmy Carter todo resultara en una inútil pérdida de tiempo, especialmente con el régimen sirio y con Hezbolá. El presidente Obama pretende imprimir una nueva modalidad de negociación comenzando con el régimen sirio y con Irán. Pero veamos con que deberá lidiar Obama para lograr éxito en su intento.

El baaz sirio ha demostrado ser experto en el engaño impulsando falsas políticas de “resistencia árabe” por más de 40 años, sus consignas históricas sobre la “resistencia” (mukawama) y la "obstrucción" (mumana) son bien conocidas. A través de estas falacias ha llevado adelante su resistencia contra el Estado de Israel y por medio de la obstrucción ha boicoteado cualquier opción de paz o reconciliación y actualmente (haciendo uso de tales consignas) Siria trabaja conjuntamente con los mulás iraníes sirviéndose de grupos terroristas para abortar cualquier oportunidad para la paz en el Oriente Medio. Uno puede preguntarse que persiguen con estas dos falacias y qué ganan con ello. En realidad, el principal objetivo del régimen “no es Israel”, sino mantener sometido a su propio pueblo y gravitar negativamente en la estabilidad y la paz de los regímenes árabes regionales, esta es la razón por la que Damasco ha resistido, rechazado y obstruido todos los esfuerzos pacíficos que tuvieron por objeto, por ejemplo, recuperar las Alturas del Golán (que perdió militarmente en la guerra que descerrajó al Estado de Israel en 1967). Aunque a decir verdad, tampoco ha disparado una sola bala a los israelíes durante los últimos 36 años para recuperarlas. En lugar de ello, ha financiado y entrenado a Hezbolá, Hamas, Yihad Islámica palestina y otros grupos terroristas para que lo hagan en su lugar extendiendo así el caos y la desestabilización regional.

¿Por qué el régimen sirio resiste y obstaculiza la paz con los israelíes desde una posición ambigua de "no a la paz y no a la guerra"? La respuesta es sencilla, ello ocurre con el fin de mantenerse en el poder y justificar la opresión de su propio pueblo bajo la falsa premisa del “enemigo externo”. Así, los baasistas se sirven de estas consignas para "resistir" y "obstruir" la paz, la seguridad y la estabilidad también de su vecino Irak, facilitando corredores de armas y proporcionando apoyo a los yihadistas que se infiltran desde su territorio para asesinar civiles iraquíes y soldados americanos; secuestrar ciudadanos extranjeros, desestabilizar la seguridad y ejecutar atentados suicidas contra centros religiosos e instituciones públicas iraquíes.

La administración estadounidense deberá convencer a un régimen sirio que es responsable por la mayoría de los desmanes en la región, que abuso del pueblo palestino estimulando su resistencia y desmembrando la unidad entre sus distintas facciones políticas. Neutralizó Oslo y la Conferencia de Madrid en lo relativo la creación de un Estado palestino independiente y conspira conjuntamente con los iraníes a través de Hamas para abortar todos los esfuerzos internacionales y regionales actuales destinados a la construcción de un Estado soberano en Gaza y la Ribera Occidental a través de un tratado de paz israelí-palestino. Siria también ocupó Líbano durante casi 30 años favorecida por un espurio mandato de la Liga Árabe. Su régimen asesinó, secuestró, torturó y envió al exilio a miles de libaneses, Damasco es sospechado del asesinato de decenas de políticos, intelectuales y periodistas del país del cedro. Destruyó y empobreció el otrora democrático y próspero Líbano. Los baasistas armaron y apoyaron varias organizaciones terroristas libanesas y palestinas, Hezbolá, Amal y el Partido Nacional Socialista Sirio (PNSS) entre otros. En coordinación y cooperación con Irán convirtió en cantones (donde funcionan bases de terrorismo regional e internacional) los 13 campos de refugiados palestinos que se encuentran en Líbano, los que controla a través de su mukhabarat (servicio de inteligencia). Aunque en 2005 se vio obligada (por la Resolución 1559 CSONU) a retirar su ejército de ocupación del Líbano, todavía la administración Siria se niega a patrullar sus fronteras y detener el contrabando de armas a Hezbolá y otros grupos terroristas palestinos y a liberar a unos 1100 ciudadanos libaneses secuestrados-detenidos en sus cárceles por más de 25 años.

En otras palabras, los gobernantes de Siria resisten y obstruyen la recuperación de la independencia, la soberanía, la libertad y la democracia del Líbano así como la paz con Israel, la estabilidad democrática en Irak y la creación de un Estado Palestino. El éxito del dialogo que propone el presidente Obama dependerá del realismo estadounidense en abordar un escenario en el que se sabe muy bien quien es quien por los últimos 50 años. Aun así, la administración estadounidense intenta comenzar con buen pie, con apertura y dialogo sincero.

La primera respuesta del régimen sirio a Washington no ha sido más que la reiteración de la manifestación de su ideología, el propio presidente Al-Assad ha declarado que: a) EE.UU. debe retirarse inmediatamente de Irak; b) Siria apoya la carta fundacional del grupo terrorista Hamas a quien reconoce como legítima resistencia palestina y c) cualquiera que intente ir contra Siria generará la implosión del Líbano y el caos en Irak. Según Assad, Beirut sólo dispone de un camino para la paz y esto es a través de un gobierno de unidad nacional, Irán tiene el derecho inalienable a la energía atómica e Irak debe ser liberado. Tales manifestaciones equivalen a un escenario donde él dictador de Damasco pueda hacer y deshacer a su gusto con sus socios iraníes. Una sombría advertencia, pero que al menos tiene el mérito de la claridad. Habrá más.

George Chaya.

2009/03/02

El vampirismo contemporáneo.

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El vampirismo contemporáneo

Gustavo D. Perednik

Tres parámetros para reconocer la judeofobia

El Catoblepas 84 (febrero 2009)

El nuevo rebrote de judeofobia a partir de la operación Plomo Fundido es instigado desde Irán, para que sirva de fermento a una involución islamista mundial que busca retrotraernos al Medioevo. Su método es la demonización del judío de los Estados, el único de entre doscientos al que se le prohíbe defenderse y se le exige justificar su existencia.

Analizaremos aquí los tres criterios eficaces permiten reconocer dicha judeofobia, a saber: la obsesión, la coprolalia y el maniqueísmo.

1. La obsesión: sólo la conducta del hebreo es monitoreada con lupa por el judeófobo. Mientras pasa por alto conflictos que cobran cientos de miles de muertos, y atrocidades y excesos cometidos por muchas naciones, magnifica como si fuera una hecatombe cualquier muerte atribuible a Israel

De todos los gobiernos del mundo, sólo en el judío un juez español ha encontrado crímenes de lesa humanidad. El régimen iraní, del que la Justicia argentina ha demostrado que fue el perpetrador directo de dos monstruosos atentados en el centro de Buenos Aires, escapa al juez Fernando Andreu. Como lo hacen el resto de los gobiernos del planeta, y todos los verdaderos crímenes de lesa humanidad que diariamente comenten los enemigos de Israel, y que dejan a Abreu y a sus colegas curiosamente apáticos. La Audiencia Nacional de España jamás se ocupó de un solo crimen de las dictaduras islamo-fascistas, que causaron nada menos que once millones de asesinados árabes (pero a manos de otros árabes, lo que concede impunidad).

El único «crimen contra la humanidad» que perciben es la muerte de un terrorista culpable del asesinato de decenas de israelíes, quien se refugiaba entre civiles musulmanes.

Eric Hoffer (1902-1983), llamado «filósofo de la autoestima», lo explicaba en un artículo publicado hace cuarenta años, que pareciera haber sido escrito ayer: «Lo qué está permitido a otras naciones, les está prohibido a los judíos. Otras naciones erradican a cientos, incluso millones de personas, y no hay ningún problema de refugiados. Rusia lo ha hecho, Polonia y Checoslovaquia lo hicieron, Turquía deporto a un millón de griegos, y Argelia a un millón de franceses. Indonesia arrojó ¿cuántos chinos? –y nadie habla de refugiados. Pero en el caso de Israel, los árabes, que escaparon por voluntad propia, se hicieron refugiados eternos».

2. La coprolalia: el judeófobo, muchas veces inconsciente de su odio, no puede evitar desbordarse en lenguaje soez. Sólo el judío genera en él una adrenalina que lo eyecta desde la discusión razonada hacia la terminología más desmesurada y el vituperio. Comienza planteando un problema («la ocupación») pero termina casi irremediablemente en describirnos como «país nazi», «cáncer de Oriente Medio», y otros epítetos que nos reserva en exclusividad. Lo que de otro país se percibe como una operación militar, buena o mala, de Israel es visto como «limpieza étnica» o una matanza feroz. Al respecto, cuando el historiador Arnold Toynbee se refirió a los refugiados palestinos, adujo que es «un desastre mayor que el perpetrado por los nazis».

El 20 de enero pasado, Trine Lilleng, una diplomática noruega de alto rango, dedicó días a fabricar un fotomontaje que equipara a Israel con los nazis. La obscenidad fue enviada a miles de personas desde la embajada noruega en Arabia Saudí, bajo el lema de que «los nietos de los sobrevivientes del Holocausto le hacen lo mismo a los palestinos».

El abuso del lenguaje se ve especialmente en el término «genocidio», acuñado por el abogado judío Rafael Lemkin para definir el martirio israelita en la Segunda Guerra Mundial (y que diera su nombre a la Comisión que acompañó a los Juicios de Nürenberg). Hoy en día pareciera tener dos definiciones alternativas: a) la matanza sistemática y deliberada de cientos de miles de personas pertenecientes a un mismo pueblo, o b) la muerte de algunos palestinos.

(Vaya la salvedad de que la segunda alternativa se restringe sólo a aquellos casos en que la responsabilidad pueda atribuirse a Israel; en toda otra matanza de palestinos, la definición tampoco se aplica.)

Así, la Audiencia Nacional de España llama «genocidio» a la muerte de las 14 (catorce) personas que acompañaban al jefe militar de Hamás, Salaj Shjadeh, responsable directo del asesinato de decenas de civiles israelíes y turistas extranjeros. Además, denomina «asesinato» al ajusticiamiento de Shjadeh por parte del Ejército de Defensa de Israel.

La coprolalia tiene un objetivo: habituar a la gente a que el Estado de Israel pueda eventualmente ser destruido. La propaganda que otrora mostraba a los judíos como un virus infeccioso generó en Alemania un adormecimiento moral que facilitó el Holocausto. Hoy le toca al judío de las naciones: deslegitimarlo en su esencia permitiría eventualmente aceptar sin sobresaltos la andanada final de los ayatolás para borrar a Israel del mapa.

3. El maniqueísmo: todo lo que haga Israel, es malo por definición. Para el judeófobo, como Israel siempre carga con todas las culpas, las agresiones contra los israelíes pasan olímpicamente inadvertidas. Miles de israelitas que sufrieron los atentados de suicidas en discotecas y fiestas de cumpleaños, son soslayados hasta el regodeo. El judeófobo es incapaz de ver ninguna injusticia o atropello que agreda al país hebreo. A mediados de este mes, el ministro Miguel Ángel Moratinos visitó a Siria, principal aliado de los ayatolás, a quien el huésped atribuyó "un fuerte compromiso con la paz». Agregó que su gobierno «ha pedido el alto el fuego desde el primer día". Esta cronología es muy reveladora: para Moratinos «el primer día» del enfrentamiento fue la contraofensiva israelí; nunca notó que durante ocho años el Hamás disparaba obuses sobre la población civil hebrea. La peculiar definición de «primer día de la guerra» es: cuando el agredido Israel comienza a defenderse.

Proporciones vampirescas

Los tres factores antedichos permiten rastrear y reconocer la judeofobia, que debe ser denunciada en sus mitos. Éstos, en nuestra época, han sido o bien reciclados (la religión judía era vengativa, ahora lo es el sionismo; el judío era dominador, ahora lo es Israel; &c.), o bien inventados para la nueva situación.

Uno de los nuevos mitos que se repite usualmente es la de la desproporcionalidad de las acciones israelíes.

Fiel al criterio de la obsesión, dicho argumento jamás se revisa en la acción Aliada contra Alemania durante la Segunda Guerra, ni en la guerra contra los Talibanes, ni a la represión rusa de los chechenios. Sólo cuando Israel combate debe ser tan precavida como para dejar correr la sangre de sus ciudadanos en la misma medida en la que nuestros enemigos abandonan a los suyos.

Alan Dershowitz ha denostado la absurda la aplicación del principio de proporcionalidad al hecho de que mueran más terroristas de Hamás que los civiles israelíes muertos por los cohetes del grupo terrorista. Primeramente, porque no hay equivalencia legal entre el asesinato deliberado de civiles inocentes y la colocación de terroristas del Hamás como blanco. Las leyes de guerra no limitan el número de combatientes que puede matarse para prevenir el asesinato de civiles inocentes. En segundo lugar, la proporcionalidad resulta del riesgo impuesto. El 30 de diciembre pasado un mortero de Hamás cayó en un jardín infantil en Beer Sheva, justo en el momento en que los niños estaban protegidos. ¿Cuántos intentos de matar párvulos judíos debería absorber Israel, antes de proceder contra el Hamás?

Agreguemos que «desproporcionado» es aquello que podría logar su objetivo en una menor medida. Si el objetivo de la guerra era liberar a los soldados israelíes secuestrados, o detener el ataque de los cohetes del Hamás, éstos no fueron logrados, por lo que la «desproporcionalidad» sería inversa.

Pero Moratinos insistió, desde Siria, en que tendría un «diálogo franco» con el Gobierno israelí, en línea con la oposición de Zapatero a la «desproporcionada» contraofensiva hebrea.

La intención oculta de muchos de los que blanden el principio de la proporcionalidad, es ver más sangre judía derramada. Así podría cumplirse el principio. En una especie de vampirismo reformulado, los motiva, como al Hamás, el deseo de que más civiles judíos mueran. Y en ello, después de todo, consiste la judeofobia desde sus albores.

Máximo Kahn, un intelectual judío escapado de Alemania, escribió en 1944: «La muerte de los judíos es, quizá, la más enigmática de todas las muertes; ciertamente es la más acusadora. Durante dos mil quinientos años se ha venido matando a los judíos en vez de permitir que mueran... Se empezó a matar judíos con tanto éxtasis que la muerte natural ya no les causó terror... los judíos se agarraron a la muerte natural como si fuera vida, como si fuera luz del sol, canto de pájaros, fragancia de flores o amor. Nada les pareció tan apetecible como poder morir sin huellas de homicidio en el cuerpo. Su vida se convirtió en esperar la muerte. Es de extrañar que la palabra judío no se haya vuelto sinónimo de moribundo ».

Algo similar podría decirse del Israel de hoy. No queremos morir de muerte natural, pero el sufrimiento «normal» termina siéndonos aceptable debido al sufrimiento artificial con el que nuestros enemigos nos han castigado desde el comienzo, protegidos por la miopía de los medios y de ciertos intelectuales.

2009/02/03

Gaza y Jenin.






GAZA Y JENÍN
Egon Friedler
La Republica. Uruguay

Como lo señaló recientemente la BBC de Londres "En todo conflicto el número de muertos, combatientes y civiles, es un tema altamente sensible. Los números pueden ser utilizados con fines de propaganda por todas las partes y pueden influir significativamente sobre las percepciones del mundo del grado de respeto a la ley internacional que exige mantener las víctimas civiles en un mínimo".

En la ofensiva israelí en Gaza murieron mucho más palestinos, incluyendo mujeres y niños, que israelíes. Pero mientras el Ministerio de Salud Pública de Gaza habla de 1.314 palestinos muertos, de los cuales 412 eran niños, fuentes del ejército israelí a la BBC que creen que en la lucha cayeron 700 combatientes y que murió un número considerablemente menor a 300 niños. Por su parte, organizaciones internacionales como la Oficina de las Naciones Unidas para los Asuntos humanitarios se basan en las cifras manejadas por los palestinos. Una vocera de la Cruz Roja Internacional dijo a la BBC que su organización también trabaja con los números del Ministerio de Salud Pública palestino pero que "más adelante hará sus propias estimaciones". Por su parte, el vocero del gobierno israelí, Mark Regev, sostuvo que Hamas adoptó una política deliberada de minimizar el número de víctimas de sus combatientes.

Tanto los palestinos como los israelíes fueron desmentidos por una fuente inesperada. El 21 de enero, el corresponsal del influyente diario italiano "Corriere della Sera" en el Medio Oriente, Lorenzo Cremonesi, escribió un artículo desde Gaza, en el que basándose en fuentes palestinas que pidieron mantenerse en el anonimato, sostiene que el número real de muertos palestinos debe situarse entre 500 y 600. En contradicción con las versiones difundidas por la mayoría de las redes de televisión, el periodista italiano afirma que no solo que los hospitales no estaban abarrotados de heridos, sino que en varios hospitales había abundantes camas libres. Según su testimonio, incluso el hospital Shifa, el más grande de Gaza, no estaba completo. En cambio, sus sótanos subterráneos fueron utilizados como refugios de emergencia y como lugar de interrogatorios para sus prisioneros de Al Fatah y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina. Cremonesi, cuyo artículo causó sorpresa en Israel, donde era considerado pro-palestino, denunció la "guerra dentro de la guerra" y decenas de torturas y ejecuciones de miembros de la OLP por parte de Hamas. El caso más notorio, citado por el corresponsal italiano, es el de Ajmad Shakura, de 47 años, habitante de Khan Junis, hermano de Khaled, ayudante de Mohamed Dahlan, (ex jefe de los Servicios de Seguridad de Yasser Arafat, que actualmente está en el exilio) quien fue secuestrado por la Policía Secreta de Hamas. Durante la tortura le sacaron el ojo izquierdo y finalmente fue muerto el 15 de enero.

Otras revelaciones señalan que los milicianos de Hamas se abrían paso a la fuerza en edificios y apartamentos privados y acusaban a los civiles que no querían que sus hogares se conviertan en blancos de la aviación israelí de ser colaboracionistas con Israel, cobardes o espías de Al Fatah. Uno de los pocos entrevistados por Cremonesi que permitió que se diera su nombre, el prestigioso siquiatra de Gaza, Eyad Sharjah, dijo respecto a las amenazas de Hamas a los periodistas locales "No es un hecho nuevo en el Medio Oriente, la sociedad árabe no tiene una tradición cultural de respeto a los Derechos Humanos. Ya en tiempos de Arafat la prensa era censurada y perseguida. Con Hamas es mucho peor".

El periodista italiano, que anteriormente estuvo en Sarajevo, en Kabul y en Bagdad, sugiere en algún momento en su artículo que Gaza podría ser como Jenin en 2002, cuando una acción militar israelí contra un baluarte terrorista en esa ciudad motivó una dura campaña internacional contra Israel. Voceros palestinos hablaron de una masacre en la que habrían muerto 3000 civiles y la prensa internacional se hizo eco de manera complaciente de esas cifras sin chequear si eran o no verdad. El "Guardian" de Londres dijo en un editorial el 17.4.2002 que "lo que Israel hizo en Jenin era no menos repulsivo que el ataque de Osama Bin Laden contra Nueva York el 11 de setiembre". Por su parte un destacado columnista del Evening Standard escribió el 15.4.2002 "Estamos hablando de una masacre, de un ocultamiento y de un verdadero genocidio". Y gran parte de la prensa mundial se hizo eco con entusiasmo de la implacable condena a Israel. Pero poco tiempo después los periodistas que se erigieron en jueces tuvieron que morderse la lengua. Se probó de manera fehaciente que la "masacre de Jenín" fue una gran mentira y que solo murieron 52 combatientes palestinos y 23 soldados israelíes en combates cuerpo a cuerpo.

Una anécdota de Jenin de esa época, registrada por el periodista norteamericano Richard Starr en "The Weekly Standard" pinta de manera elocuente la fuerza de los prejuicios. Una periodista de la CNN, Sheila MacVicar, minimizó las quejas de un médico-soldado israelí respecto al hallazgo de un álbum palestino dedicado a niños de 6 años, a los que se adoctrinaba a ser futuros terroristas suicidas. Para la periodista la explicación se resumía en una sola palabra : la ocupación.
El médico israelí le replicó : Sra. Hace nueve años que Jenin no está bajo ocupación israelí.

2009/01/29

Entrevista a Pierre-André Taguieff‏





LA RAZÓN DE LA BATALLA DE GAZA
Antisionismo radical y nueva judeofobia

Entrevista de Alexandra Rybinska a Pierre-André Taguieff para la edición del 10-11 de enero 2009 del diario polaco Rzeczpospolita (La República), de Varsovia (tiraje de 225000 a 260000 ejemplares).

Alexandra Rybinska: La guerra entre Israel y Hamas sigue dando lugar a manifestaciones de simpatía hacia Palestina en todo el mundo. “Todos somos palestinos” parece ser el motto de muchos intelectuales de Occidente.

¿A qué se debe esta simpatía casi ciega?
Pierre-André Taguieff: Estas manifestaciones, a menudo violentas, son en primer lugar obra de barbudos y mujeres con velo —islamistas por consiguiente— acompañados por diversos elementos de la nueva extrema izquierda, antiimperialista y neotercermundista, cuyos dos enemigos absolutos son Estados Unidos e Israel. La tendencia dominante en los intelectuales occidentales sigue siendo la preferencia por el extremismo: la radicalidad, ya sea comunista o islamista, continúa seduciéndolos.

A.R.: ¿Dónde están las voces de la razón? ¿Por qué el estado de Israel, a pesar de sus esfuerzos propagandísticos, no llega a conseguir un amplio soporte internacional, particularmente en los medios de comunicación extranjeros? Parece que incluso los intelectuales judíos, en el New York Times, prefieren no inclinarse demasiado a favor del Estado judío.

P.A.T.: Israel ha gozado durante mucho tiempo de una corriente de simpatía. Pero ésta empezó a disiparse después de las masacres de Sabra y Chattila (verano de 1982), cometidas por las milicias cristianas libanesas, que percibían a los palestinos como invasores y saqueadores.
Sin embargo, merced a una propaganda bien orquestada, esas masacres fueron adjudicadas al general Sharon, criminalizado por todos los medios de comunicación. Hasta 2005, Israel apenas se preocupó por su imagen en el mundo, cuya degradación, sin embargo, fue evidenciada por todas las encuestas de opinión.
Después de Sharon, todas las tentativas israelíes para contrarrestar la propaganda propalestina han chocado contra un muro: el hábito ya había calado, los medios de comunicación se habían posicionado con el antisionismo, alimentado por la ideología victimista centrada en la figura del palestino inocente, el niño palestino, erigido en víctima por excelencia. Esta ideología ha sido hábilmente difundida a través de las redes palestinas en todo el mundo.
Muchos intelectuales judíos estadounidenses y europeos, afectados por la judeofobia reinante, intentan hacerse aceptar por un medio hostil tomando posiciones radicalmente antiisraelíes y antisionistas. De este modo se convierten en judíos no judíos, más tarde en alterjudíos, para acabar siendo judíos antijudíos. El caso patológico más evidente es el del intelectual norteamericano antisionista y pronegacionista[1] Noam Chomsky, aclamado por Osama Bin Laden y Hugo Chávez.

A.R.: A veces parece incluso que Israel es el Estado más detestado en el mundo.

P.A.T.: Israel es la encarnación de Occidente para los antioccidentales, del imperialismo para los antiimperialistas, del infiel para los islamistas, del racismo para los propalestinos. Sobre este país se acumulan los estereotipos negativos. Es percibido como el Estado que sobra, que debería desaparecer para que la humanidad quedara libre del Mal. Este trato, absolutamente demonizador, es exclusivo para Israel.

A.R. En Francia y en otros países se puede observar un odio particularmente virulento hacia el Estado de Israel entre los intelectuales de izquierda, desde la izquierda del caviar hasta los movimientos antiglobalización. ¿Es todavía efectiva la vieja propaganda antisionista de Rusia?

P.A.T.: El origen del antisionismo radical, que se encarna en la forma contemporánea de judeofobia (o por emplear un término inadecuado, del antisemitismo), es, en efecto, el comunismo soviético, que desde 1948/1949 hasta principios de los años setenta difundió en todo el mundo la mayoría de los temas de acusación contra Israel, como “fascismo”, “imperialismo”, “racismo”, “colonialismo”, etcétera.
El antisionismo de origen estalinista se fusionó con el antisionismo árabe creado en los años cincuenta y sesenta por los refugiados nazis en El Cairo, principalmente por Johann Von Leers, antiguo ayudante de Goebbels. Este antisionismo fue seguido por los medios occidentales tercermundistas en todas las variedades de la extrema izquierda, incluidos los trotskistas.
Y así seguimos: nada nuevo ha aparecido en el discurso antisionista radical.

A.R.: Durante mucho tiempo la izquierda apoyó a Israel, debido en parte al Holocausto. Luego se produjo una posición esquizofrénica: la izquierda que condenaba los atentados terroristas perpetrados por los palestinos y, al mismo tiempo, apoyaba la causa palestina. Todo esto ha cambiado. ¿Puede afirmarse que la izquierda ha traicionado a los judíos?

P-A.T.: La izquierda ya había abandonado a los judíos después de
1945, cuando sufrió la influencia del estalinismo. Después de la desaparición del imperio soviético, la izquierda ha incorporado nuevos pensadores, de los anarcotrostkistas al subcomandante Marcos, de Chomsky a José Bové, Los movimientos antiglobalización, llamados altermundialistas, han sustituido al “genial camarada Stalin” y al “gran líder Mao” Diferentes combinaciones de posiciones anticapitalistas radicales, de antiamericanismo y antisionismo, han aparecido entre los años 1990 y 2000. Una parte de la izquierda francesa, por ejemplo, la más comprometida con la antiglobalización, ha vuelto a sus posiciones anticapitalistas y antijudías anteriores al caso Dreyfus.

A.R.: ¿Cuál es el interés real que tiene actualmente la izquierda en apoyar la causa árabe?

P.A.T.: En Europa, la izquierda y, sobre todo, la extrema izquierda, han emprendido una estrategia de conquista del electorado musulmán, una opción que conlleva mucha complacencia tanto con los islamistas radicales como con el terrorismo palestino, siempre con el pretexto de la “justa rebelión de los humillados”.
Tanto los dirigentes de la izquierda como los de la derecha creen poder de este modo evitar que Europa se convierta en blanco del terrorismo. Es una ilusión muy generalizada. Además, tanto la izquierda como la derecha están obsesionadas por la privación de petróleo. Este es el factor realista de su posición proárabe.

A.R. ¿Por qué Occidente acusa a Israel de racismo y de imperialismo y no lo hace con China y Rusia, al menos en la misma medida?

P-A.T.: Los países occidentales han decidido que pueden prescindir de Israel y saben que pueden condenarlo impunemente a cada paso: las capacidades de represalia del Estado judío son limitadas, mientras que necesitan comerciar con China y Rusia, grandes potencias con las que deben contar en el plano geopolítico en el espacio de las relaciones internacionales.

A.R.: ¿Puede decirse que estamos ante una nueva forma de antisemitismo mal disimulado bajo la máscara de una aversión hacia Israel? De ser así, ¿cuáles son las razones de este antisemitismo?

P-A.T.: El término antisemitismo es incorrecto para designar el odio hacia los judíos ideológicamente organizado. Desde finales de los años ochenta he propuesto sustituir este término por el más apropiado de judeofobia. Como término genérico, yo califico de judeofobia el conjunto de formas históricas que ha tomado el odio hacia los judíos, y de manera más extensa, todas las pasiones, creencias y conductas antijudías cuyas manifestaciones fueron (y son) las violencias, físicas o simbólicas, padecidas por el pueblo judío.
Demasiado a menudo se olvida que la palabra antisemita es de cuño relativamente reciente, y que es debida a un autor antijudío y racista a la vez. Al forjar en 1879 el término antisemitismus, el ideólogo racista de lengua alemana Wilhem Marr quiso distinguir con claridad su lucha contra los judíos del viejo antijudaísmo cristiano.
Ahora bien, este término está doblemente mal forjado. En primer lugar porque parece referirse tanto a los judíos como a los árabes, cuando en realidad sólo se aplica a los judíos en sus usos ideológico-políticos, y luego porque el uso racional y lógico del término semita, como denominación del enemigo colectivo que hay que combatir (antisemita), se refiere a las doctrinas raciales fundadas sobre la base de la oposición arios/semitas.
La judeofobia contemporánea no se vale de una doctrina racista, no apunta a “los semitas”, sino que apela al odio contra los judíos en nombre de “la lucha contra el racismo” y, por consiguiente, contra el sionismo asimilado a una forma de racismo. Conviene pues revisar los conceptos y redefinir los términos empleados.

A.R.: Marek Halter me dijo que es menos vergonzoso detestar a los israelíes que odiar a los judíos, porque eso hace pensar menos en los campos de concentración. Pero se les odia de todos modos. Para él se trata del resultado de una ceguera ideológica de los bienpensantes occidentales. ¿Está usted de acuerdo con esta afirmación?

P-A.T.: Yo diría que no es en absoluto vergonzoso sino más bien glorioso odiar actualmente a los sionistas, un término polémico que abarca, de forma indiscriminada, a los israelíes, a los defensores de Israel (judíos o no) y a los propios judíos (salvo que éstos se afirmen a su vez como antisionistas).
El odio antisionista es un odio no sólo ideológicamente aceptable, sino altamente respetable y vivamente recomendado. Este es uno de los mecanismos que encontramos en lo “políticamente correcto” en todo el mundo.

A.R.: Para muchos intelectuales apoyar a los palestinos contra Israel proviene de la obligación cristiana de tender la mano a los más débiles. En cualquier caso, eso es lo que dicen: “Los primeros serán los últimos” y viceversa. ¿Se trata de una creencia mendaz o de una actitud con un peso real en la tradición cristiana?

P-A.T.: En un mundo moderno regido por la secularización no hay nada peor que la corrupción ideológica de elementos heredados del cristianismo. La propaganda palestina, por ejemplo, tiende a asimilar al pueblo palestino a la figura de Cristo poniendo por delante a los niños, “víctimas inocentes” por definición, que se erigen en “mártires”. Se trata de un cristianismo pervertido y politizado; una falsificación mediática del mandamiento de amor y caridad.

A.R.: ¿Acaso la mala conciencia de los antiguos colonizadores hacia los países árabes juega también un papel en este asunto?

P-A.T.: Por supuesto. En un primer tiempo lo que primaba era el resentimiento de los excolonizadores, y de ahí las explosiones de xenofobia contra los inmigrantes en las naciones que fueron imperios. En segundo lugar vino la mala conciencia, de la mano del consenso supermoral que se constituyó en favor de la globalización de lo que yo llamaría la política (o mejor dicho, la impolítica) de los Derechos Humanos.
La ideología dominante en el plano mundial se basa en la culpabilidad del hombre blanco, de origen europeo y de cultura cristiana, acusado de todos los males de la modernidad (industrial, capitalista, imperialista, etcétera) de la que fue el inventor.

A.R.: ¿De qué forma converge este nuevo antisemitismo con el islamismo?

P-A.T.: El llamamiento a la Jihad contra los judíos es la motivación central del islamismo radical. Es la demonización de los judíos lo que estructura la visión islamista del mundo. Basta con leer el opúsculo de Sayyid Qutb Nuestro combate contra los judíos, que apareció a principios de los años 1950, o la carta fundacional de Hamas (18 de agosto de 1988), y en particular su artículo 7. Tomemos un ejemplo, el de la prédica pronunciada por el jeque Ibrahim Mudeiris el 13 de marzo de 2005 en la Gran Mezquita de Gaza (transmitida en directo por la televisión de la Autoridad Palestina), en la cual, después de recordar a sus fieles que “Israel es un cáncer” y que “los judíos son un virus” parecido al del SIDA, Mudeiris acababa lanzando esta profecía de exterminio inspirándose en el célebre hâdit de la roca y el árbol: “Vendrá el día en que todo será arrebatado a los judíos, incluso los árboles y las piedras que han sido sus víctimas. Cada árbol y cada piedra querrá que los musulmanes acaben con todos los judíos.”

A.R.: ¿Qué peligro conlleva esta convergencia?

P-A.T.: El de movilizar al mundo musulmán contra Israel y justificar su exterminio, que es lo que constituye el programa común de la dictadura islamista iraní, de Hamas, de Hezbollá y de Al Qaeda.

A.R.: Francia es uno de los países más críticos con Israel. ¿Por qué?

P-A.T.: Hay que tener en cuenta tres factores. En primer lugar, una gran parte de las elites occidentales ha abrazado desde 1980 la visión de un nuevo futuro radiante: el de la sociedad postnacional o de la “democracia cosmopolita”, que conllevarían la desaparición progresiva de los Estados-nación, considerados como deplorables reliquias.
Así, Israel es un Estado-nación democrático, caracterizado por su democracia fuerte, que encarna la excepción molesta. Su misma existencia es percibida como un escándalo. De otra parte, Israel, gran potencia regional, está hermanada con Estados Unidos, la superpotencia mundial, y es objeto de una misma denuncia demonizadora en nombre del antiimperialismo. Y ya sabemos hasta qué punto el antiamericanismo está enraizado en Francia.
El populismo miserabilista dominante estimula el odio hacia el poder basándose en una amalgama polémica: poder = injusticia (¡como si los débiles fueran necesariamente justos!). Por último, las elites francesas han interiorizado la posición tomada por el general De Gaulle en noviembre de 1967, después de la Guerra de los Seis Días: un antiisraelismo virulento unido a un posicionamiento proárabe. Es la doctrina del Quai d’Orsay.
A.R.: David Warszawski habla de que se ha observado en Francia la formación de una nueva coalición entre progresistas e islamistas. El conflicto israelopalestino ha pasado de ser percibido como la lucha entre dos puntos de vista, para los que hay que encontrar un compromiso, a ser considerado como la lucha entre el bien (la causa palestina) y el mal (la política imperialista de Israel). ¿Es así?

P-A.T.: Esta visión maniquea va de par con la satanización de Israel. Desde finales de la década de 1990 se está formando un eje islamoizquiedista, que se evidencia de forma patente en las manifestaciones propalestinas y antisionistas que tienen lugar en Francia —pero también en Italia y en Gran Bretaña— desde el principio de la segunda Intifada (octubre de 2000).

A.R.: ¿De dónde procede la idea de que Israel es el mal personificado?

P-A.T.: Procede de la larga historia de todas las formas que ha adoptado la judeofobia, pero, sobre todo, de las dos religiones hijas, que son el cristianismo y el Islam, enfrentadas a la religión madre del monoteísmo, que es el judaísmo. De ahí parte la herencia contemporánea de la construcción teologicorreligiosa que presenta al judío como “hijo de Satanás”, vástago o encarnación del diablo en la Historia.
La demonización y criminalización del pueblo judío han entrado en una nueva fase con el antisionismo radical. En este nuevo régimen de judeofobia, los judíos siguen siendo denunciados como “hijos del diablo”, aunque sus principales acusadores ya no se encuentran en el ámbito cristiano, sino que invocan al Islam, a la revolución mundial o a ambos a la vez.
La nueva sede de la judeofobia exterminadora es el Islam revolucionario o el islamismo radical, secundados por los neorrevolucionarios que, como enemigos declarados del Occidente judeocristiano o americanosionista, se han puesto de acuerdo con campo islamista o se han aliado al mismo.

A.R.: El antisemitismo aumenta en Francia de forma general. Cada vez se producen más ataques contra los judíos de las grandes ciudades, perpetrados por jóvenes de los extrarradios. ¿Tiene esto que ver con la cuestión palestina o hay otras causas?

P-A.T.: El posicionamiento propalestino es ciertamente el elemento que impulsa a pasar a los actos: los judeófobos violentos juegan a la intifada contra los judíos que encuentran en sus barrios. Pero hay que tener en cuenta también las motivaciones relacionadas con la falta de integración social y económica de los jóvenes procedentes de la inmigración magrebí o africana, que manifiestan su resentimiento o su envidia social atacando a los judíos o sus lugares simbólicos.
“Ellos lo tienen todo y nosotros nada”, “ellos tienen el poder y el dinero”: en las entrevistas semidirectivas realizadas por sociólogos a jóvenes de los extrarradios surgen frases de este tipo una y otra vez para justificar el odio que sienten hacia los judíos, imaginados a la vez como ricos, poderosos, racistas y perversos (porque “matan a nuestros hermanos palestinos”).

A.R.: ¿En qué aspecto convergen los antisemitismos de izquierdas y de derechas?

P-A.T.: La convergencia se da en un solo principio: inclinarse prudentemente ante la cantidad. Y la propaganda islamista explota el hecho de que en el mundo hay mil trescientos millones de musulmanes.

A.R.: ¿Cree que aunque Israel gane la guerra contra Hamás, saldrá perdedor porque será considerado como un Estado imperialista que ha aplastado a su pequeño vecino que luchaba por su independencia?

P-A.T.: Esta es, efectivamente, la paradoja trágica que esta intervención militar, aunque justificada, corre el riesgo de ilustrar. Israel no podía permitir por más tiempo que se bombardeara a su población civil, pero al responder militarmente asume el riesgo de alimentar las pasiones antijudías en todo el mundo. Y eso es porque los medios de comunicación privilegian la emoción en detrimento del análisis frío. Muestran gustosamente imágenes de niños palestinos muertos, que provocan indignación o compasión, e incitan a la venganza ciega, olvidando la verdadera naturaleza de Hamás: una organización de fanáticos y criminales.

A.R. ¿Cómo ve usted el futuro de Israel y de la cuestión judía? ¿Hay alguna posibilidad de paz para Oriente Próximo?

P-A.T.: El camino de la paz en Oriente Próximo es actualmente el más estrecho. No sólo es improbable sino difícilmente concebible a tenor de las previsiones planteadas por la situación presente. La islamización de la causa palestina no puede sino extenderse y radicalizarse.
El rechazo árabe al reconocimiento del derecho a la existencia de Israel sigue presente, con algunas excepciones (que se corre el peligro de que sean provisionales) como el Egipto de Mubarak. Pero en la Historia también se dan los milagros y pueden producirse acontecimientos considerados poco probables.

A.R.: ¿Puede cambiar la actitud hacia Israel? Y de ser así, ¿de qué forma?

A-P.T.: Únicamente una toma de conciencia de la amenaza islamista, como amenaza mundial, puede conducir a una desdemonización de Israel. Los israelíes son la avanzada del combate contra el verdadero fascismo de nuestro tiempo: el islamismo radical o jihadista.
Los nuevos enemigos de los judíos son también los enemigos de la libertad y del régimen que la encarna, la democracia liberal y pluralista, esa valiosa invención de Occidente.
Esos a los que Norman Podhoretz llama islamofascistas no quieren saber nada de democracia. Esos responsables de la Cuarta Guerra Mundial[2] son los que han lanzado la jihad mundial contra los partidarios de la libertad y al mismo tiempo contra los judeocruzados. Defender la libertad es hoy combatir por todos los medios el campo islamorrevolucionario en Oriente Próximo y en Europa, en Asia y en África. Contra los talibanes y Al Qaeda en Afganistán, contra la dictadura islamista iraní y el Hezbollá libanés o contra Hamás y la jihad islámica en la franja de Gaza, el combate es el mismo

Pierre-André Taguieff es director de investigación en CNRS, París.
Su última obra editada es La judeofobia de los modernos. De las Luces a la jihad mundial, París, Editions Odile Jacob, 2008.

Traducción del francés: Regina Martínez

[1] El negacionismo es una corriente que consiste en negar la existencia del Holocausto. (N. de la T.)
[2] La Cuarta Guerra Mundial, un documental dirigido por Rick Rowley. En Wikipedia se da una buena definición de este término. (N. de la T.)

Mito y realidad de los refugiados palestinos





De los más de 30 millones de refugiados y desplazados que se cuentan actualmente en el mundo, los cuatro millones de palestinos acaparan sin duda la atención pública. ¿Cuántos de nosotros podemos enumerar otros pueblos que han sufrido similar o peor destino? La ONU tiene una agencia que se encarga del tema en general (ACNUR), pero los palestinos tienen otra exclusiva (UNRWA). Detrás de cada refugiado existe, sin duda, una tragedia humana digna de atención.
En Europa, por ejemplo, tras la caída de Alemania en 1945 decenas de millones de personas fueron desplazadas de sus hogares y reubicadas. Stalin impuso destierros colectivos a los pueblos acusados de apoyar a los ocupantes nazis. Entre 1948 y 1953, Israel recibió unos 750.000 judíos expulsados de los países árabes, además de otros cientos de miles que escaparon del nazismo. Los casos abundan.

Escribió el desaparecido Edward Said en una ocasión que "no hay ciudad israelí desde la cual no se vean los restos de alguna aldea palestina abandonada". Nada más alejado de la realidad histórica. Los hechos no pueden -o no deben- modificarse de ese modo para defender una causa. Llama la atención, sin embargo, el eco que han logrado sus afirmaciones.

En 1947, la ONU votó la partición de Palestina (no de todo su territorio histórico, pues el 75% lo ocupaba ya Jordania) en dos estados: uno judío y otro árabe. Jerusalén sería internacionalizada. Los judíos aceptaron dicha resolución y proclamaron la independencia; los dirigentes árabes la rechazaron e invadieron al nuevo Israel. El llamamiento de los dirigentes musulmanes -entre ellos el líder palestino del momento, el Mufti de Jerusalén, que había colaborado con Hitler- invocó la "guerra santa" para "echar a los infieles al mar". Una guerra de exterminio. Las exhortaciones a la población árabe a abandonar sus hogares y sumarse a las fuerzas invasoras, eran permanentes.
Pero el resultado de la guerra sorprendió al mundo, pues los judíos triunfaron y consolidaron su estado. El grueso del territorio adjudicado al estado árabe fue ocupado por Egipto (Gaza), Jordania (Cisjordania y Jerusalén oriental). Tras la derrota militar, los gobiernos árabes impusieron a los palestinos la permanencia en campos de refugiados. Es decir: los -en aquel momento- 700.000 palestinos que abandonaron sus hogares, no fueron integrados al resto de la población de Jordania, Siria, Iraq o Egipto. Y ello a pesar de que tenían la misma lengua y religión, y de que no existía aún una voluntad nacional palestina autónoma del mundo árabe.
De aquellos campamentos, que ni siquiera los miles de millones de dólares producto del petróleo pudieron erradicar, surgieron todas las organizaciones terroristas palestinas, alimentadas en un odio irracional a "los cristianos, judíos y sionistas". Más de medio siglo después, nadie puede afirmar seriamente que la falta de solución para dichos refugiados se debe a la carencia de medios. Fue en realidad la falta de voluntad árabe lo que ha mantenido a los refugiados en su triste situación. ¿Por qué? Simplemente porque de ese modo tenían un arma propagandística para oponerse a todo acuerdo pacífico.

Hablamos de más de 20 países árabes, con millones de kilómetros cuadrados de extensión, que obviamente poseían infinitamente más recursos que Israel para integrarlos. La diferencia es que los judíos, en menos de 30.000 km2, absorbieron en el mismo periodo a unos 4 millones de inmigrantes, mientras los gobiernos árabes utilizaron a los suyos como arma política permanente. Una opción muy triste, decidida por los verdaderos culpables de la nakba palestina.


* Eduardo Zalovich, periodista uruguayo-israelí residente en Jerusalén.